Inventando copas, regalando plata, disfrazando al chancho

Nueva copa de leche? El Padrino mantendrá el premio para darse el gusto de ver a Arsenal vs Real Madrid?

Ya no tienen idea de que copa inventar ni cuanta plata donar para incentivar que a alguien le interesen estas copas. Primero fueron las copas internacionales versus los campeonatos de cabotaje (?), luego el rey de copas (?) versus el campeón del siglo y ahora es el turno de sumar cualquier cosa para decir que son los más grandes (?). Así fueron, son y serán los bosteros;  una oficina de marketing, de negociación y de disfraces para conseguir por la vía más fácil lo que se debería consiguir con esfuerzo. 

Cada vez que veo el club que tiene River Plate y la cantidad de socios haciendo distintas actividades me pregunto como es posible que los bosteros no tengan algo similar teniendo las mismas posibilidades y la respuesta obvia es que no les interesa porque ellos no pretenden ser un club sino una camiseta con la cual alardear. No pretenden vivir y actuar sino esperar que otros hablen de ellos. No pretenden jugar bien y sentirse orgullosos o apabullantemente superiores sino que pretenden ganar de cualquier forma y cuanto más humillante sea el robo o la injusticia más satisfacción sienten. Como siempre digo, ser de River Plate es una forma de ser (de ahí cuando hablamos de una cuestión cultural) y por eso es necesario volver a los orígenes. La dirigencia de River Plate debió comprar un terreno y construir un enorme club alrededor de una cancha de fútbol, a los bosteros les regalaron terrenos a condición de construir una ciudad deportiva, estafó a sus hinchas y al Estado (se la recompraron para que no quebraran) y hoy no tienen un club que albergue a sus millones de hinchas (ni tampoco les interesa tenerlos). 

Desde el principio River Plate decidió pelear en el amateurismo en la liga más dura mientras que los bosteros se agruparon en una donde solo debían competir los títulos con Huracán. En el profesionalismo River Plate se tuvo que bancar 18 años de boicots para permitir que los otros clubes tuvieran algunos títulos y no se sintieron humillados por la superioridad de nuestro club. Todos los clubes priorizaron la lucha en el torneo local y la copa Aldao era la segunda opción (copa entre el campeón argentino y el de Uruguay, las 2 potencias americanas hasta los años 50), un torneo durísimo de un año y otra lucha mortal entre los 2 equipos más fuertes del continente (y por ende podrían serlo del mundo) que llegaban a ese partido gracias al logro nacional. Los lauros y méritos estaban a la vista, un largo esfuerzo y sacrificio para obtener una copa. 

La TV trajo consigo la plata y la necesidad de vender más a través de espejitos de colores, había que magnificar los logros y sobrevalorarlos para hacerlos interesantes, ya no son copas conseguidas tras un mérito y sacrificio sino que son partidos conseguidos gracias a una empresa que quiere promocionar un producto. Ya no hace falta construir un gran estadio, armar un gran equipo, pelear por hacerse más grande y obtener logros a través de un año de lucha para conseguir un campeonato sino que alcanza con ser uno de los 10 mejores equipos de un torneo de 20 para clasificar a una copa internacional o abroquelarse bien en defensa para clasificar por penales, tener buenas influencias para que inclinen la cancha cuando es necesario y para que se arme alguna copa internacional. Así como los logros nacionales pueden ser para cualquiera que tenga buenas influencias, las copas internacionales se multiplican a pedido del solicitante. Ya no es mérito tener 7 libertadores, 5 intercontinentales y alguna copa Aldao (predecesora de la libertadores), ahora es mejor haber ganado la copa Leoz, la Soruga, la interamericana, la supercopa, la recopa, la recontracopa, la recontrasupercopa, la requeterecontrasupercopa, la recopa argentino-española (a la que podríamos sumarle la recopa italo-argentina y luego la recopa latinoamericana). La libertadores dejó de ser una copa de campeones americanos o de campeones y subcampeones para convertirse en un mamarracho y ganar alguna copa puede implicar que se jueguen 7 copas internacionales. Tener un buen semestre en el fútbol argentino puede implicar ser campeón del torneo final, ganador de la finalísima del torneo inicial y final, ser campeón de la recopa argentina, jugar la recopa con el campeón de la copa del rey de España (3 títulos en 3 partidos), jugar la libertadores del año siguiente para competir por otras 5 copas (en la mayoría de los casos de 1 partido). Conseguir y mantener un equipo con supremacía como fue el caso del equipo del River Plate 96-97, el Boca de Bianchi o el San Pablo de principios de este siglo, ahora podría implicar tener unos 20 títulos en menos de 5 años. 

Tiempos modernos, tiempos de disfraces en que algún equipo quiere creérsela y busca sacarse su complejo de inferioridad, tiempos para comprar copas sin contenido pero con muchos billetes y humo. Títulos sin mérito deportivo y para que alardee la ¨gilada¨. Nombres rimbombantes para esconder la falta de sacrificio y logro deportivo. Festejos rápidos para esconder la mediocridad actual.

Por fortuna, unos penales bien atajados nos salvaron de escuchar ganzadas por unas semanas.

Por Charro.