El festejo, la descarga, el agradecimiento, la responsabilidad, la unidad de un grupo...
Hoy más que nunca queda claro que hay partidos que no se analizan, solo se festejan. Una alegría más allá de que mañana habrá que bajarse de esta nube hermosa y volver a pensar en el campeonato y en la final. Hoy lo dijo Barovero, intentan hacer historia en un club que siempre hay que ganar y cuando no se logra un título parece fracaso. Un partido de eliminación directa frente a los bosteros con el premio de pasar a una final, no es para cualquier corazón. Miles de hinchas estaban en las afueras del Monumental varias horas antes del partido (incluso antes de que se abrieran las puertas) y muchos estuvieron organizando la fiesta. Como suele pasar en la gran familia millonaria, centenares de personas se juntaron y organizaron para repartir cosas y dar indicaciones, un esfuerzo por mostrar y hacer disfrutar a todos los hinchas de una verdadera fiesta que muchas veces no se corresponde en la cancha pero que esta vez fue completa.
El otro lado de la misma foto. El festejo, reconocimiento y dedicatoria
Este partido será recordado por eliminar a los bosteros (y ojalá por ser el pase a un nuevo título) y además por la circunstancias del partido. Nadie podía creer que a los 15 SEGUNDOS los bosteros recibieran un penal (estaba justo frente a la jugada y sigo sin poder creer que hayan cobrado penal), los presagios, las sombras de decenas de partidos robados... la peor oscuridad destrozaba toda la confianza con la que habíamos llegado. 2 minutos de discusiones sirvieron para que todos saliéramos del impacto volviéramos a la confianza en el equipo, rezamos para que se ilumine Barovero y... milagrosamente sucedió. Barovero atajó muy bien el penal y le devolvió el alma al equipo, a los hinchas y golpeó a los bosteros.
Una maravilla, un momento extraordinario, un recuerdo para toda la vida
La ansiedad, los festejos previos, la ausencia de los barras (apenas pusieron algunas banderas y unos pocos debieron estar en la tribuna sin banderas ni bombos), los fuegos artificiales, los globos y tiras, pintaron el Monumental de fiesta pero no nos dieron tiempo para salir de esta entrada para vivir en menos de 3 minutos un terrible mazazo y la devolución del alma al cuerpo. Con semejante inicio empezábamos a pensar en un duro partido.
Baluartes defensivos. No dejaron pasar una pelota, siempre respondieron con entrega absoluta
El partido nunca se acomodó en el primer tiempo, todo fue desprolijo, vertiginoso, con mucha presión y empuje. Ese primer tiempo lo sufrimos, ellos tuvieron 4 situaciones muy claras de gol que no supieron definir y nosotros tuvimos a un extraordinario Pisculichi que aprovechó su oportunidad. Calzó y definió a la perfección una pelota que llegó al área. Peleó la pelota, la robó, abrió juego hacia su izquierda, entró al área y cuando vio venir a la pelota, tiró su pierna hacia atrás y la empujó a contrapie de Orión y junto a un palo. En palabras puede sonar hasta fácil, viéndolo es extraordinario y estando en la cancha provocó los abrazos más locos y sentidos que puede tener un ser humano con otro.
El Monumental está de fiesta...
El equipo volvió a mostrar personalidad, no se dejó llevar por delante y luchó cada pelota en cada sector de la cancha. Daba gusto ver a Pezzella y FM6 sacando cada pelota que pasaba junto a ellos, se cansaron de cabecear y rechazar el balón, ser la salida del equipo y ser la última pierna que quite el balón. Vangioni y Mercado también fueron fundamentales con su ida y vuelta. Fueron salida pero al mismo tiempo fueron fundamentales a la hora de contener al rival, pelearon cada balón, corrieron a todos los que quisieron pasar por su sector y se mostraron sin miedo. Conmovían con la entrega y la personalidad. Así como fueron fundamentales los defensores y Barovero (además del penal luego salvó un mano a mano), Ponzio terminó siendo la figura defensiva. Ponzio se equivocó al pasar el balón pero a la hora de robar el balón, de aguantar al rival, de no permitir que se lleven por delante a River Plate, de bancar la presión y de no dejar que condicionen al árbitro... en todas estaba Ponzio. Es desordenado pero es uno de los líderes de este grupo y en esta serie, con sus limitaciones, se agrandó y puso la cara y el cuerpo, dejó el alma y no permitió que el equipo se refugiara en su área sino que ayudó a adelantar al equipo. En el segundo tiempo se suponía que nos atacarían desesperadamente pero los bosteros no tuvieron un tiro al arco en los 50 minutos. Le tocó la más fea, reemplazar a la figura del equipo; hay que entender que es diferente (Kranevitter es imposible reemplazar) pero que con otros atributos hace su trabajo para bien del equipo.
Ayer hubo varios abrazos que marcaron el sentimiento y unidad del grupo
Rojas y Sanchez no brillaron como en otros partidos, se los notó algo cansados y atados. Rojas debió sobreponerse a un nuevo penal fundamental y tal vez infantil pero vuelve a ser el error que cambia la historia (puede recordar al penal del torneo pasado frente a Racing). Pisculichi vuelve a hacer una genialidad que cambia el partido, ya no le da el físico para correr todo el partido, llevar el balón, presionar al rival y tocarla rápido pero sigue marcando la diferencia con su pegada, inteligencia y entrega. Arriba también son diferentes, ni Teo ni Mora están finos a la hora de definir, les cuesta entrar en juego pero son incansables para marcar la salida rival, presionan a los defensores, molestan y son complicadísimos para marcar. Estan errando mucho y están algo lejos del arco pero siguen siendo diferentes.
Delirio y carnaval...
Entre todos bancaron el segundo tiempo (lástima que nos hicieron sufrir y no pudieron embocar ninguna de las tantas contras que tuvieron, incluídas las que cortó el árbitro) y hasta Solari (entró para ayudar dar aire al ida y vuelta) y Cavenaghi (ante el poco peso ofensivo de los pibes, siempre es bueno que aparezcan los experimentados. Se lo nota falto de fútbol y ritmo pero puede bancar el peso del partido) respondieron cuando les tocó entrar. Hubieran redondeado algo extraordinario si hubieran logrado aumentar el marcador pero es increíble que hayan conseguido que un rival herido y desesperado no haya logrado patear al arco en más de 50 minutos.
El alma en la cancha...
Para algunos la figura del partido fue Barovero, para otros Ponzio o Teo o Pisculichi o Pezzella... la figura fue el equipo que vuelve a demostrar personalidad e inteligencia. Un equipo al que querían dar por muerto y vuelve mostrar el alma, que lo daban por perdido pero demostró que no se lo pueden llevar por delante, que le resaltaban su exquisitez pero que puede mostrar el overol cuando se necesita, un equipo al que se le pide más figuras pero que todos se convierten en figura cuando hay que arremangarse. Un equipo que se muestra compacto y en el que cada jugador sale en defensa del otro, en el que un error es subsanado por el resto y en el que todos ponen la cara y el cuerpo.
La locura sin fin...
Falta el último paso, fue un paso extraordinario que quedará en el recuerdo de todos pero lamentablemente no pueden relajarse porque hay que ir por la gloria. Hay que entrar concentrados y no dar chances a los rivales, habrá que conseguir el triunfo otra vez el domingo y luego pensar en la final, esos 180 minutos que limitan a este grupo con un logro importante y con el merecidísimo premio para este plantel.
La alegría desde el minuto cero...
Gracias a todos estos jugadores y cuerpo técnico...
Por Charro.